
Centro de
Innovación
Rural

Finca La Cascajera
Ubicada en el corazón del altiplano cundiboyacense, entre montañas donde nace el agua y se respira el silencio del páramo, la finca La Cascajera es mucho más que un lugar: es un refugio de saberes, un cruce entre la tradición campesina y la innovación que transforma el campo. Allí, en los límites donde los frailejones custodian el horizonte y la tierra húmeda conserva la memoria de generaciones de agricultores, el Centro de Innovación Rural ha encontrado su hogar. La Cascajera no es una finca cualquiera: es un laboratorio vivo de futuro rural

Hospedaje en Cabañas Rurales
Entre bosques de niebla y caminos de piedra, se alza el hospedaje rural de La Cascajera: unas cabañas encantadas donde cada rincón guarda un susurro del páramo y cada noche parece sacada de un cuento antiguo. Rodeado de silencios mágicos, chimeneas crepitantes y aromas de panela caliente y campo mojado. Aquí, el tiempo se detiene, las estrellas parecen más cerca, y hasta los sueños huelen a tierra fértil.
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Mirada a las Estrellas
En lo más alto de La Cascajera, donde el páramo guarda silencio y el viento apenas susurra entre los frailejones, hay una roca antigua que mira al cielo como si recordara los secretos del universo. Allí se encuentra el Mirador de las Estrellas, un rincón mágico donde la noche cobra vida. Cuando cae la oscuridad, el cielo se abre como un libro de cuentos y las estrellas comienzan a titilar como faroles de otro tiempo. Sentado sobre la roca, arropado por una manta de lana y el perfume frío del musgo, uno puede ver constelaciones que parecen danzar, escuchar historias que solo se cuentan entre luciérnagas y cometas, y sentir que el mundo —por un instante— se vuelve pequeño, inmenso y eterno a la vez.

Caminatas en Sederos Ecologicos
Los senderos ecológicos de La Cascajera serpentean entre laderas cubiertas de niebla, musgo y memoria. Cada paso en estas caminatas es una invitación a descubrir los secretos del páramo: orquídeas silvestres que brotan como joyas entre las piedras, aves de colores que cruzan el cielo en silencio, y huellas pequeñas de zorros, armadillos o venados tímidos que habitan entre la vegetación nativa. Es un recorrido donde la biodiversidad se revela en susurros, donde el aire huele a tierra viva y cada curva del camino conecta con la calma profunda del territorio andino. Aquí, caminar es aprender, contemplar y reencontrarse con la belleza serena del campo.

Yoga con los 4 elementos
En La Cascajera, la práctica del yoga se convierte en un ritual sagrado entre montañas y neblina, donde los cuatro elementos se funden en cada respiración. La tierra sostiene con firmeza cada postura, recordándonos nuestras raíces profundas en el páramo ancestral. El agua fluye en los arroyos cercanos y en el ritmo suave del cuerpo, purificando pensamientos y emociones. El fuego del sol de la mañana calienta la piel, activa la energía interna y despierta la voluntad silenciosa del alma. Y el aire, limpio y frío, viaja libre entre los frailejones, llevando consigo cada exhalación, cada intención. Aquí, sobre la hierba húmeda, bajo un cielo que parece no tener fin, el yoga no es ejercicio: es comunión con la naturaleza viva que habita dentro y fuera de nosotros.

Masajes de Relajación
En medio del susurro del viento entre los árboles y el canto lejano de las aves del páramo, los masajes relajantes en La Cascajera se convierten en una experiencia de profunda conexión con el cuerpo y la tierra. Con aceites naturales extraídos de plantas andinas, manos sabias recorren cada músculo al ritmo del silencio, desatando nudos de cansancio y despertando una calma ancestral. El ambiente, perfumado con lavanda, eucalipto y madera húmeda, envuelve los sentidos, mientras la respiración se vuelve lenta y el alma, liviana. Aquí, donde el tiempo se detiene y la piel escucha, el masaje no solo relaja: sana, reconecta y regala paz.
Satisfacción garantizada
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